Llega un momento en que te basta con regalar y ver la cara de los demás (tus hijos, tu pareja, tus padres, tus amigos) al desenvolver el paquete que tan cuidadosamente has preparado y comprobar que has acertado, que sus ojos brillan de ilusión. Yo ya no apenas deseo regalos, no hay objetos o cosas que me haga muchísima ilusión poseer; tengo lo suficiente. Ahora, todo lo que deseo se concentra en esos pequeños momentos de alegría y felicidad alrededor de los que más quieres que, para mí, es lo que da más sentido a la Navidad.
¡Felices fiestas a todas!
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