El conocimiento no es una ocupación de la mente, sino un ejercicio que transforma el alma entera. El amor al saber determina una manera de vivir.
María Zambrano
Aprovecho esta cita de la filósofa María Zambrano para hablar de una de esas ideas que me rondan últimamente: la de volver a estudiar ciertas materias que me interesan. Estudiar bien, a fondo. Con fundamento y método y guía, también. Tal y como debería haber hecho durante mis años universitarios y no hice; estudiaba solo para aprobar, con la impaciencia propia de quien desea lanzarse a la realidad laboral cuanto antes. (*)
A estas alturas de mi vida, tengo la incómoda sensación de saber poco de muchas cosas, de no contar con una base sólida de conocimiento que me permita profundizar en temas que tienen que ver con el mundo que vivimos (confuso, vertiginoso, áspero) y formarme mis propias ideas, tener un criterio más crítico e independiente. Saber filtrar, interpretar, entender, confrontar. Eso que tanto se le pide a la educación hoy en día, dado el cambio que ha traído internet y las redes sociales en el acceso al conocimiento.
Especialmente, ahora que todo va tan rápido y la realidad es tan cambiante, es cuando más necesidad siento de agarrarme a conocimientos más arraigados que los que da una cierta cultura general.
Aprender por placer, no por obligación
¿No tenéis la sensación de que si os pusierais a estudiar ahora, no por obligación, sino por voluntad propia, por afán de saber, os aprovecharía mejor, os cundiría más? Yo sí lo pienso. Y no solo porque aprendería aquello que me interesa de verdad, sino también por la perspectiva que dan los años, la experiencia, el conocimiento de la realidad y la capacidad para relacionarlo todo, tan necesaria para generar ideas propias.
Y sin embargo, no me lanzo porque no sabría por dónde empezar, ni cómo hacerlo de forma ordenada y efectiva, sin perderme (y frustrarme) por el camino. Se me ocurre que tal vez debería existir (o si existe, informadme, por favor) una escuela/universidad/espacio especial de conocimiento, por materias (formales o informales), para aquellos que sentimos esa inquietud constante de aprender durante toda la vida. O llegados a un cierto momento de nuestra vida.
Aprender, pero no a bandazos, picoteando de aquí o de allá, como pollos sin cabeza. Eso no me sirve. La misma María Zambrano, por ejemplo. ¿Qué sé de ella y su pensamiento filósófico más allá de algunos poemas leídos en el pasado con escaso aprovechamiento real? Pues eso.
(*) Supongo que nos ha pasado a muchos (y, por lo que veo en mis hijos, sigue pasando), y creo que no todo es culpa nuestra, también tiene que ver el sistema educativo, pero no es ese el tema del que quería hablar ahora aquí. Lo dejo para otro post. 😉
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