De apuntes, diarios y libretas de escritores

libretaslomoPoco antes del verano me encontré en el salón de mis padres un cuaderno de esos de colegio que hojeé por encima y cerré en cuanto me di cuenta de que había páginas enteras escritas con la letra de mi madre. Al verme con él en la mano, mi madre me dijo que era su diario de recuerdos. Que escribía un ratito cada día sobre lo que había hecho dos o tres días antes, porque se lo había recomendado su doctora como prevención contra la demencia senil o el Alzheimer. En mi familia, la memoria es un asunto delicado. En su cumpleaños le regalé una libreta preciosa de la firma Paperblank en las que da gusto escribir. Al menos, a mí.

Me encantan las libretas. Toda mi vida he tenido una cerca. La primera fue a los nueve años, un diario en piel verde que me regalaron por mi comunión y donde empecé a escribir con una constancia que asusta a esa edad, hasta los diecisiete años. Supongo que en esa época los diarios son el diálogo que mantienes contigo misma en la construcción de tu identidad. Los he releído no hace mucho y  me asombré de ver la evolución desde aquellos pensamientos infantiles tan ingenuos y sencillos, a los más enrevesados, maduros e íntimos de la adolescencia.

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