Esto es lo que me encanta de la lectura; en un libro encuentras un detalle diminuto que te interesa, y este detalle diminuto te lleva a otro libro, y algo en ése te lleva a un tercer libro. Es matemáticamente progresivo; sin final a la vista, y sin ninguna otra razón que no sea por puro placer.
De La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey,
Mary Ann Shaffer.
Supongo que todo cuelga de nuestra curiosidad primitiva por escuchar historias, por saber qué hay más allá de las montañas y los mares, de dónde salió esa piedra maravillosa, o qué ocurrió con aquel que abandonó su hogar y se enfrentó a sus demonios. Por entendernos a nosotros mismos, nuestra existencia y este mundo extraño en el que vivimos. Leemos y buscamos respuestas a nuestras propias inquietudes: amor, desamor, dolor, distracción, evasión, afán de conocimiento, miedos escondidos, emociones varias.
Dicen que los libros nos eligen a nosotros. Yo creo que no. Elegimos los libros y los autores que necesitamos en cada momento de nuestra vida. A veces, incluso sin darnos cuenta. Y luego nos maravillamos cuando descubrimos que esa historia parece hablarnos solo a nosotros. Solo a mí. Como si la hubiera escrito ese autor/a para mí, cuando quizás haya sido una idea, una imagen sugerente, una palabra, una opinión de otro lector o ese “detalle diminuto” del que habla Shaffer, el que ha resonado en mi interior empujándome a elegir ese libro y no otro.
Cambiamos, y las lecturas cambian con nosotros. Y sus significados, también.
Todos tenemos nuestras razones para leer. ¿Por qué leeis vosotras?
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