Yo sabía que la vida sabe. Que siempre sabe cuándo llega la hora de soltar la hoja de la guillotina o de tejer la corona de laureles. Sabía que la boca del estómago es el barómetro perfecto de las presiones vitales. Que se teme porque te importa. Que para que algo te duela, antes tiene que tocarte.
De Te regalaré el mundo, Marta Fernández
No existe el miedo a lo desconocido.
Existe el miedo a tus fantasmas, esos que crecieron contigo y ahora se esconden debajo de tu cama, agazapados, a la espera. Monstruos que nos cogen de la pierna distraída para alejarnos de quien más queremos, soledades no deseadas, bosques donde nos perdemos para nunca jamás volver.
Existe el miedo a todo lo que sabes de ti o a lo que crees que sabes porque es lo que te hace volar o hundirte .
Existe el miedo a perder lo que conoces y lo que quieres, porque lo hiciste tuyo y ya forma parte de ti; son tus elecciones, tus dominios, tus territorios. Podrás dejarlo marchar, pero no soportas el miedo a que te abandone, a que te lo arrebaten.
Y entre todos esos miedos, existe el miedo al sufrir por todo lo que nos importa.
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