Cada año es igual: arranco enero en un estado catatónico-contemplativo hasta que me aclimato a lo que viene por delante. La primera semana brujuleo por todas partes y por ninguna. Dudo, luego leo. Por aquí, por allá: noticias, blogs, novelas, relatos, poesía. De forma un poco caótica, sí, pero no importa. Me dura diez días. Me sirve para volver a centrarme y lanzarme con los propósitos del año. Últimamente, me tienta incluso sentarme y redactar algo parecido a un pequeño manifiesto personal (y privado). Algo así como un qué soy, en qué creo profundamente, qué me mueve, qué quiero hacer y cómo quiero vivir aquello en lo que creo.
Stephen Covey, autor de “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva“, (una obra muy inspiradora y súper recomendable para personas en búsqueda constante), lo llama “misión personal”. Él propone tomarse un tiempo de reflexión para redactar un enunciado propio que te ancle a ti misma a partir de un mayor autoconocimiento de tu carácter, tus principios y creencias y de lo que consideras tus prioridades. Una especie de brújula interior para la vida, vamos.
No es nada original ni novedoso. Tengo la sensación de que en tiempos un tanto volátiles, líquidos, convulsos e inciertos (¡y vive Dios que estos lo son!), proliferan las personas/grupos que necesitan expresar aquello en lo que creen, sus valores, su forma de entender la vida, lo que buscan, en el ámbito que sea. Establecen una conexión con sus creencias más profundas, con su esencia, y al hacerlo público, conectan también con las creencias de otras personas, que se adhieren a ellos.
Yo manifiesto…
Manifiestos personales los ha habido siempre y de todo tipo: políticos (el manifiesto comunista de Marx y Engels), artísticos (el manifiesto dadaísta), religiosos (la Biblia, Los diez mandamientos, también lo son), de movimientos civiles (Martin Luther King y su sueño), empresariales (el de Apple y Esto es para los locos), musicales (John Lennon e Imagine)… Todos ellos fueron muy inspiradores en su momento para aquellos que los compartían y aspiraban a formar parte de esa idea o visión.
En el pasado más reciente, es decir, no hace ni un año, encontramos el manifiesto Todos deberíamos ser feministas, de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie que tanto eco ha tenido. Expresa el sueño compartido de millones de mujeres y hombres por una sociedad más igualitaria, más justa, más inclusiva. Creo que es difícil no compartir esa visión hoy en día, aunque la realidad se empeñe en contradecirme. Su discurso para el TEDTalks empezaba así:
Hoy me gustaría pedir que empecemos a soñar con un plan para un mundo distinto. Un mundo más justo. Un mundo de hombres y mujeres más felices y más honestos consigo mismos. Y esta es la forma de empezar: tenemos que criar a nuestras hijas de otra forma. Y también a nuestros hijos.»
Hay manifiestos relativos a un campo de especialización, como por ejemplo, el literario, que tanto me interesa. Henry Miller se dio a sí mismo 11 mandamientos sobre su labor de escritor para el año 1932-33 que más adelante incluyó en un libro:
1. Trabaja en una sola cosa hasta terminarla.
2. No empieces nuevos libros, no añadas nuevos materiales a “Black Spring” (*).
3. No te pongas nervioso. Trabaja tranquilo, alegre, con un punto temerario en lo que sea que tengas entre manos.
4. Trabaja de acuerdo a tu programa y no a tu estado de ánimo. Termina a la hora prevista.
5. Aunque no puedas Crear, sí puedes Trabajar.
6. Cimenta un poco cada día, antes de echar nuevos abonos.
7. ¡Sé humano! Visita a gente, ve a sitios, bebe, si es lo que te apetece.
8. ¡No trabajes como un caballo de tiro! Disfruta.
9. Sáltate el programa cuando te plazca, pero regresa a él al día siguiente. Concéntrate. Focalízate. Excluye.
10. Olvida los libros que quieres escribir. Piensa solo en el que estás escribiendo.
11. Escribe antes de nada y siempre. La pintura, la música, los amigos, el cine y todo lo demás viene después.
(*) Era la novela que estaba escribiendo.
(La traducción es mía).
Tal vez no sea un manifiesto propiamente dicho, y se acerque más a una declaración de propósitos, pero dice mucho de él.
Manifiestos personales para el nuevo siglo
El cambio de siglo llegó con nuevos aires y nuevos manifiestos personales o de comunidad. Frente al consumismo exacerbado imperante en la década de los noventa, surgió un movimiento opuesto reflejado en el manifiesto Holstee , en favor de una forma de vivir más lenta, más sencilla, más sostenible, más auténtica. Se publicó en el año 2008, y desde entonces, ha tenido más de 80 millones de compartidos en internet y redes sociales. Se ha popularizado tanto, que hasta les ha dado para crear una web, una colección de carteles y de merchandising alrededor de este leit motiv.
En esta misma línea, uno que me gusta mucho porque refleja muy bien una cierta actitud ante la vida, es el manifiesto de la diseñadora/creativa Lucía Be. Sus pildoritas diarias en Instagram son pequeños refuerzos en torno a esa “joie de vivre” o “alegría de vivir” que desprende ella y todo cuanto hace, y que cientos de miles de mujeres celebran cada día.
Palabras que conectan contigo
Los hay que son reflejo de una visión para un momento concreto. Las navidades suelen ser épocas de re planteamientos, de reflexiones interiores.
El manifiesto de las navidades de June Lemon me encantó cuando lo leí, hace unos años. Expresa su propia forma de vivir todo cuanto rodea la navidad y es importante para ella. Por mi parte, en mi anterior empleo (una fundación social), me encargué de redactar la felicitación navideña corporativa para el año 2007 que (ahora lo veo) no deja de ser un pequeño manifiesto de aquello por lo que trabajábamos:
“Deseo que junto a nuestras casas sigan creciendo los árboles y el aire, fresco y ligero, sea aliento de vida hacia el futuro. Deseo magia en las miradas infantiles. Enfermedades efímeras y medicinas gratis. Deseo conversaciones libres, palabras cercanas que nadie calle. Deseo contar a los niños que hubo quien conoció a doña pobreza pero se despidió, por no alimentarla. Deseo hogares a los que todos puedan regresar sin temor, cada tarde. Sin guerras, sin sangre. Brazos abiertos para los que vienen, van o vuelven de alguna parte, a algún lugar. Ya apenas deseo regalos, solo rostros cercanos, brillos de ojos limpios y calorcito de esperanza. Deseo confiar y construir e imaginar y crear y enred@rme en más para que algo pueda cambiar. Deseo paz”.
Así que no parece tan difícil. Y supongo que tampoco tiene por qué ser algo grandilocuente ni inmutable. Casi al contrario, lo bueno es que sea claro, sencillo, que conecte profundamente con todo lo que eres, haces (y lo que quieres ser y hacer). Puede referirse a un determinado ámbito de nuestra vida o a cómo encarar un momento concreto, como la maternidad o la madurez o los viajes. Todo vale y, como dice el mencionado Covey, tan importante es el proceso de sentarse a pensar, como el hecho de redactarlo en un enunciado. No es algo que se haga en una hora, requiere un poco de tiempo y reflexión. Pero creo que el resultado merecerá la pena.
¡Apúntate a mi newsletter!
Te contaré una vez al mes historias de amor a los libros,
a la cultura, a la vida.
¡No te pierdas nada!
¡Te has suscrito bien! Confirma tu suscripción en el correo que te acaba de llegar.
Hola, María
Tenía que volver a esta entrada. No sé por qué extraña razón adaptarse de nuevo a la rutina nos cuesta tanto. Lo digo porque yo también ando de aquí para allá sin centrarme desde que empezó el año y ésta no ha sido la única entrada que he leído en blogs reconociendo esto. Diría que ponemos demasiado énfasis en “ha empezado un nuevo año” como si marcáramos una raya y todo lo que tenemos que hacer desde el 01 de enero sea trascendente. Una especie de juego mental que al final nos frustra un poco porque solo ha cambiado el año, no nuestras vidas (¿tiene eso algún sentido?).
En cualquier caso, solo venía a decirte que esta es una entrada muy inspiradora y que he leído con muchísimo cuidado, asimilando todo lo positivo que hay en ella (¡y me has descubierto el blog de June!, que a simple vista parece una delicia).
También te diré que me he sentido un poco “engañada” 😛 , yo que esperaba ver aquí negro sobre blanco todos tus propósitos desgranados (aunque ya dices que tu propio manifiesto es privado 😉 y además ya debería saber lo poco que te gusta hablar de ti misma).
Entradas como estas me siguen pareciendo un regalo, la verdad. Qué bella tu felicitación navideña. Ojalá seamos más conscientes de que son las pequeñas cosas las que realmente enriquecen nuestra vida.
Un placer leerte, de verdad.
Hola Lidia!
A mí me encantan esas fronteras o “rayas mentales-temporales” y sus consiguientes comienzos de año (o de curso) “descentrados”. Los septiembres, los eneros. Me gustan porque me vuelven del revés y del derecho, doy vueltas y vueltas como en el juego de la gallinita ciega, hasta que llega el momento de quitarse la venda y mirar de nuevo para resituarse. Y tienen algo muy adictivo para mí: la sensación de disponer de otra oportunidad para empezar algo, para cambiar lo que sea, para reorientarme, aunque luego no lleguen a nada (o sí).
Más que propósitos, mi intención inicial era “manifestar” mi posición frente a la escritura como expresión de mi forma de ver el mundo. No lo he hecho por cobardía (no estoy preparada para exponerme tanto, todavía) y porque, pensándolo bien, me he dado cuenta de que, en el fondo, mucho de eso está en todo cuanto escribo: en mis novelas, en los relatos, en mis post. O eso creo. Tal vez en algún momento lo “manifieste” así, en público; aunque hoy por hoy, mi necesidad es más bien tenerlo para mí, para uso propio.
Como siempre, un gusto tenerte por aquí, Lidia. 🙂
Hola, María.
Vengo desde el blog de Lidia, tras su mención, para visitar tu blog y ver qué escribías. Me gusta tu estilo, y por supuesto, me quedo para seguir tus publicaciones.
Ay, enero….. cómo cuesta adaptarse, resurgir, arrancar de nuevo. A mí también me costó y, aunque un tanto renqueante, he vuelto también o intento volver a mis rutinas. Me está costando, lo reconozco, así que manifiesto públicamente que llegue febrero ya, a ver si así conseguimos todas equilibrarnos de nuevo.
Encantada de conocerte, un saludo.
Hola Esthertxu,
Encantada de tenerte por aquí. Debemos unas cuantas a las que enero se nos hace un poco cuesta arriba (y no en el sentido económico), pero me parece hasta saludable: tomarse las cosas con calma, respirar y resituarse antes de dar el primer paso. ¿Para qué las prisas? 🙂
Yo sigo tu blog desde hace un par de meses (alguna vez he comentado, también). Me gustan tus reseñas y me gusta comentar, sobre todo si se trata de una lectura que yo también he leído.
Un abrazo!