Creo que he hablado alguna otra vez sobre los prejuicios (los míos, los primeros). Lo que rechazas a priori, por desconocimiento, o por mal-conocimiento o por ideas preconcebidas con poca base, sin dar casi oportunidad a desmontarlas. Me gusta cada vez que me doy cuenta de que he sido víctima de mis propios prejuicios porque me sirve para estar más alerta y detectar con más facilidad cuándo me dejo guiar por ellos. Son ladrones de conocimiento y experiencias.
Traigo esto a colación para hablar de una de mis últimas lecturas que, de no ser por la tertulia literaria en la que participo, estoy convencida de que no hubiera leído jamás (seguramente, por mis prejuicios): El legado de Marie Schlau. Una novela colectiva para curar la Ataxia de Friedreich.
Por suerte para mí, esa tertulia organizada por la asociación Caballo Verde, reúne un grupo de personas, lectores ávidos, con buen ojo crítico y criterio, mucha sensibilidad social, amantes de la cultura, al margen de su formación y experiencia vital, que me amplían horizontes, conocimiento y perspectivas cada vez que nos juntamos a debatir sobre lecturas que alguien ha propuesto previamente. En ocasiones son libros que quizás yo no habría elegido, pero eso es lo interesante.
¿Por qué digo que quizás nunca habría leído la novela de El legado de Marie Schlau? Desconocía su existencia, pero incluso aunque me hubiera tropezado con ella, no sé si habría entrado en mi radar lector. Por el título/subtítulo, probablemente, no: las novelas colectivas me producen extrañeza. Y lo de la Ataxia de Friedreich… me temo que no habría sido argumento suficiente si la trama de la novela no me engancha.
No ha sido el caso con El legado de Marie Schlau, obviamente, aunque confieso que lo empecé a leer con alguna reticencia que me duró lo que tardé en terminar el segundo capítulo. Me encontré con un novelón capaz de conjugar a lo largo de 500 páginas, misterio, intriga, historias de amor y desamor, hechos históricos, mucha emoción y el descubrimiento/conocimiento de esta enfermedad rara que es la Ataxia de Friedreich. Creo que ese es uno de los aciertos de esta novela: el dar a conocer esta enfermedad a través de una trama compleja y muy atractiva que no desmerece en absoluto a muchas otras novelas publicadas por grandes editoriales. Cualquier lector podría disfrutar con su lectura.
Las voces de cada uno de los personajes que intervienen en la historia de la familia de Marie Schlau van tejiendo una telaraña del presente al pasado y del pasado al presente que te atrapa hasta no poder escapar. De la mano de cada uno, como piezas segregadas o “deconstruídas” de una gran pintura mural, te adentras en secretos conyugales, en las aspiraciones de unos, las frustraciones de otras; en la Alemania del s XIX y principios del XX, en el ascenso de la burguesía, en el papel de la mujer dentro de sus hogares y en la sociedad, en el esfuerzo diario que supone vivir con la Ataxia y la desesperación por la lentitud de los avances médicos incluso a finales del siglo XX.
Y el hilo conductor de todo ello es el espíritu de Marie, aquejada de esa enfermedad, la Ataxia de Friedreich, que marcó su vida, la de su entorno y sus descendientes, y que en su época —mediados s.XIX— era totalmente desconocida.
Como último apunte quiero destacar dos cosas: por un lado, el increíble mérito de esta novela escrita por más de una decena de personas que padecen Ataxia de Friedreich, repartidos por el mundo. Cuando terminéis de leerla y conozcáis las secuelas de la Ataxia, entenderéis porqué tiene tanto mérito. Y por otro lado, me ha admirado la ingente labor de coordinación y edición realizada por la escritora María Blasco y por M. Luz González Casas, de la asociación Babelfamily y miembro de Caballo Verde, para alumbrar una novela magnífica, coherente en la estructura y en el estilo, que me ha hecho pensar sobre todos esos prejuicios que nos cierran puertas a tantas cosas —personas, ideas, lugares, experiencias— que siempre merece la pena conocer.
¡Apúntate a mi newsletter!
Te contaré una vez al mes historias de amor a los libros,
a la cultura, a la vida.
¡No te pierdas nada!
¡Te has suscrito bien! Confirma tu suscripción en el correo que te acaba de llegar.