Supe que mi marido tenía otros mundos, no solo el que yo conocía. Y también supe que aquel hombre, el escritor, tenía poder sobre el alma de mi marido. Dime ¿qué es el poder? Hoy en día se habla y se escribe mucho sobre este asunto. ¿Qué significa poder político, qué es lo que hace que una persona logre imponer su voluntad sobre la de millones? ¿Y cuál es el fundamento de nuestro poder, el de las mujeres? El amor, dices. Puede que sea el amor. A veces dudo de esa palabra. No reniego del amor, nada de eso. Es el mayor poder sobre la Tierra. Sin embargo, a veces siento que cuando los hombres nos aman, porque no pueden hacer otra cosa, al mismo tiempo desprecian un poco ese sentimiento.
La mujer justa, Sándor Marai
¿Quién es la mujer “justa” o el hombre “justo” para alguien (justa como sinónimo de adecuada, la persona que mejor encaja con otra)? ¿Cómo lo sabemos? ¿Cuándo nos damos cuenta? ¿En los comienzos de la relación, cuando solo puedes ver al otro a través del filtro del enamoramiento o con los años, cuando pones en la balanza no solo el amor, sino otros muchos pesos y contrapesos? ¿Qué haces si para ti, él era el hombre justo pero tú no lo eras para él, o al contrario? ¿Amamos de manera distinta las mujeres y los hombres?
Si hacemos caso a la historia que cuentan cada uno de los personajes de La mujer justa, dos mujeres y un hombre, unidos entre sí por sendas historias de amor y desamor, no existe una única respuesta y si las hubiera (en plural), serían tan difíciles de explicar como cuenta esta novela. Y si por algo Sándor Márai es uno de los mejores escritores húngaros del siglo XX, es por esa capacidad que tiene para reflejar con una sensibilidad y una profundidad deslumbrante los vericuetos del alma, las emociones y los acontecimientos que rigen la vida de las personas.
No basta con amar
En La mujer justa, Márai nos sienta a escuchar el soliloquio que cada uno de los tres protagonistas de esta historia, Marika, Péter y Judit mantiene con alguien (una amiga, un colega, un amante, nosotros como lectores) en distintos momentos de las relaciones que mantuvieron entre los tres. Cada uno con su voz nos relata lo que ocurrió desde su experiencia, sus aspiraciones, sus deseos, su lugar en aquella sociedad de Budapest anterior y posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Pero ahora, después de varias décadas, me gustaría responder a la pregunta que tantas veces me he formulado: ¿Sabía en aquel momento que todo ocurriría de ese modo? Y en general, ¿reconocemos los grandes encuentros? ¿Podemos ser realmente conscientes de estar viviendo momentos decisivos? ¿Esposible que un día entre alguien en la habitación y uno piense al instante: es ella, la mujer justa, la verdadera, igual que en las novelas?… No puedo responder a esa pregunta. Solo puedo cerrar los ojos y recordar. Sí, aquel día ocurrió algo. ¿Una corriente eléctrica? ¿Una radiación? ¿Un contacto misterioso? Palabras y más palabras.
Los escuchamos como “el otro” a quien se lo cuentan, pero a diferencia de ese “otro”, que solo conocerá la versión de uno de los protagonistas, nosotros como lectores, tendremos el privilegio de leer cada una de las verdades que cuentan, contrastarlas, contextualizarlas, entenderlas o no para intentar encajarlas entre sí como un puzle en el que siempre faltarán las piezas que no coincidan. Porque nuestra vivencia es nuestra verdad. Y no siempre basta con amar, como dice Péter:
¿Sabes?, cuando uno se va haciendo viejo se da cuenta de que todo es diferente de lo que pensaba: hay que ser mañoso en todo, hay que aprenderlo todo, incluso a amar. Sí, no sacudas la cabeza, no sonrías. Somos humanos y todo lo que nos ocurre en la vida pasa por el filtro de la razón. Y a través de la razón se hacen soportables o insoportables nuestros sentimientos y nuestras pasiones. No basta con amar.
Sobre Sándor Márai
Descubrí a Sándor Márai hace unos años, con su novela «El último encuentro», un relato magnífico que narra el reencuentro de dos viejos amigos, ya ancianos, que se enemistaron por el amor de una mujer. Fue uno de los escritores más renombrados y prolíficos de Hungría durante la primera mitad del siglo XX, hasta que su país fue ocupado por el gobierno soviético tras la Segunda Guerra Mundial. Debido a su origen burgués, cayó en desgracia y tuvo que exiliarse de su país para refugiarse en Italia, desde donde colaboró con Radio Free Europa.
Poco después, en 1968 se instaló en California, USA, y allí murió, solo y olvidado, en 1989 hasta que el editor italiano Roberto Calasso lo rescató del olvido ya en la década de los noventa. Casi por casualidad, el nombre de este escritor del que nunca había oído hablar llamó su atención en un catálogo antiguo de una editorial francesa. Removió cielo y tierra para encontrar parte de su obra y cuando comenzó a leer, se propuso recuperar el nombre y la obra de Sándor Márai para la historia de literatura europea.
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