El libertino seductor
Guapo, atractivo, ingenioso, elegante, adulador, con auténtica alergia al compromiso… todo un experto en el arte de seducir a una mujer para satisfacer sus instintos más bajos (dicho esto en el sentido de su ubicación corporal). Deseable y deseado por todas, se ha pasado la vida saltando de cama en cama, haciendo de su habilidad sexual todo un reclamo para mujeres de todo tipo y condición… hasta que llega ELLA. La horma de su zapato. La que se resiste (un poquito, al menos) a sus encantos. La que conseguirá enamorarlo de tal manera, que renunciará a todas las demás por el amor de ella (en mayúsculas). Y no sólo eso: una vez reconvertido en hombre comprometido y fiel, será el esposo, amante y padre perfecto forever and ever.
¿Alguna pega? Ninguna, salvo que la cabra tire al monte (aunque nunca jamás nos lo creeríamos de él)
Ejemplos: Will, de Beautiful Player, de Christina Lauren; o St. Vincent de El diablo en Invierno, de Lisa Kleypas. O Víctor de la Trilogía de Valeria de Elisabet Benavent, mi preferido.
El tímido y torpe
Podrá ser guapo o no, pero su mayor atractivo no reside en su físico sino en su forma de ser. Es un personaje de nobles sentimientos, inteligente, sensible, tímido y…sí, un poco torpe a la hora de manejarse con las mujeres. Llamadlo inseguridad, miedo o falta de habilidades sociales, como queráis. (También entrarían en esta categoría los frikis contemporáneos). Pero no nos engañemos. La mujer que consiga traspasar esa coraza, descubrirá la verdadera naturaleza de este hombre: tierno en cada detalle hacia su amada, apasionado en la cama y un romántico empedernido capaz de las torpezas más sublimes. El resultado es un tipo de personaje que a muchas mujeres nos hace babear como si fuéramos bobas.
¿Alguna pega? Que resulte demasiado blandito o demasiado torpe como para apreciar la joya que, probablemente, se esconda detrás.
Ejemplos: Siempre me viene a la cabeza el personaje de Hugh Grant en 4 bodas y un funeral, no lo puedo remediar. Pero en clave más literaria tenemos a Mr. Darcy, de Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen. O al Mark Darcy, de El Diario de Bridget Jones, ambos interpretados, por cierto, por Colin Firth, otro actor que se ha ganado a pulso ese prototipo de personaje masculino.