Un año intenso, este 2016 al que ya hemos dado carpetazo y olvido. Yo todavía estoy cerrando flecos, recuperando notas, aquilatando lo vivido. Mucho. Y vuelvo a echar mano de mi apreciada Siri Husvedt a quien robo una vez más el título de una de sus novelas, para condensar doce meses de viaje personal, con las sensaciones a flor de piel. Sin orden ni concierto, esto es todo cuanto amé en 2016:
Ese estado de hervidero interno constante. De dudas y certezas. Los desvelos creativos en mitad de la noche. Los intentos fallidos. Los prometedores.
Ese acto íntimo, el de escribir que decía Marta Fernández, el de entregarse a las palabras como el que se abandona en un cuerpo ajeno. Y el de atraparlas cuando se te escurren en el camino que va de la cabeza a los dedos. Dudando de todo, hasta de si aceptas solo sin acento (qué remedio). El masoquismo creativo de padecer gozando o gozar sufriendo.
Saltar de la cama, feliz, sea la hora que sea. El primer café. Y los dos o tres siguientes. Atisbar el día que hará a través de la cortina. Mi desayuno en silencio y el primer abrazo de la mañana de un adolescente adormilado. Que se nos hagan mayores y vernos en ellos. Que me sorprendas, todavía.
La Central en Madrid, y el despliegue de notas en una pequeña mesa esquinera de su café (¿te acuerdas?) El tacto de mi Kindle nuevo, su luz cuando todos duermen. Buscar refugio en los libros, y encontrarlo en un buen puñado: en Diarios de Gil de Biedma —«Escribir no salva, como creían Proust et alia y como desearíamos todos, pero sí que alivia», dice entre sus páginas—, y en alguno de sus libros de poemas (inevitable leerlos, después de amar sus intimidades y obsesiones); después vendrían el discurrir de la vida de Dos amigas en los cuatro libros de Elena Ferrante; la ternura desolada de Intemperie, de Jesús Carrasco; la fantasía de El nombre del viento y El temor de un hombre sabio, de Patrick Rothfuss, hasta llegar, in extremis, las últimas semanas de diciembre, al doloroso Tan poca vida, de Hanya Yanahigara. Y entre medias, otros muchos, pero sobre todo, las novelas románticas que tanto me gustan y que reseñé a menudo en este blog.