Todos guardamos una lista de canciones memorables, esas que sonaron en momentos significativos de nuestra vida y se han quedado ahí, en el almacén de la memoria más duradera, la que nos acompaña hasta el final. La primera fiesta de nuestra adolescencia en la que bailamos con el “chico que nos gustaba”, un concierto de rock de uno de tus cantantes favoritos, una noche en blanco en casa de una amiga, lo que sonaba en aquel coche en que nos perdimos un verano por Asturias, la canción de nuestro desamor, y la del siguiente amor, y las muchas que escuchaste a a solas en tu cuarto, y la de alguna que otra decepción… ¡hay tantas!
He dedicado un buen rato a bucear por Spotify y Youtube en busca de aquellas canciones que formaron parte de mi primera juventud y que todavía hoy cuando las escucho, me traen imágenes y sensaciones de entonces. Ese es el gran poder de la música, parecido al de esos olores que nos trasladan, como en un tobogán, hacia un momento de nuestro pasado.
África, de Toto
La asocio a un verano precioso de mis quince o dieciséis años en el pueblo, cuando cada tarde nos reuníamos la pandilla en casa de mi amiga Mamen a escuchar música y hablar, todos desperdigados por el suelo, y esta canción sonando una y otra vez.
Y de esos años, la primera canción lenta que bailé con un chico en una fiesta: All out of love, de Air Supply. Yo, tensa como un palo. Muerta de vergüenza. Ahora puede sonar empalagosa, pero en aquellos momentos, nos parecía de lo más romántica.