¿Qué hace una mujer como tú escribiendo novela romántica?

Sentido y sensibilidad, Jane Austen
Imagen de la película Sentido y sensibilidad, basado en la novela de Jane Austen

¿Qué hace una mujer como tú (es decir, más o menos leída, peleona dialéctica de causas perdidas y defensora de planteamientos feministas) escribiendo novela romántica? Cuando me sueltan algo así —de una forma más o menos solapada, sibilina—, me vienen a la boca tres posibles respuestas (además de sapos y culebras):

  1. La borde: escribo lo que me sale de los ovarios.
  2. La políticamente correcta: es un género que me gusta leer, y disfruto escribiendo historias de amor. ¿Tú has leído alguna, por cierto?
  3. La racional: Ni idea. Y para eso es este post. Confieso que a veces me he hecho yo misma esta pregunta, así que declaro éste un post de  “autoentendimiento”, que tampoco me viene mal.

Algunas de las personas —hombres, la mayoría— que me preguntan que por qué escribo novelas de este género, no han leído en su vida una sola novela romántica y sus argumentos contra ellas tienen poco que ver con la crítica feminista. Simplemente, les parece un tipo de novela cursi, simplona, empalagosa, propia de mujeres que sueñan con un tipo de amor que no es real. (He buscado romántico/a en el diccionario de la RAE y ojo a su definición: sentimental, generoso y soñador. ¿Generoso? ¿Soñador? )

Otras personas sí esgrimen argumentos feministas a tener en cuenta:
son novelas que ponen el amor y/o el matrimonio como única razón/propósito vital de una mujer; muestran a la mujer (y al hombre, entiendo) como un ser humano “incompleto” sin el otro (o la otra); proclaman el amor en pareja como una unión sublime, salvadora y eterna (el imprescindible: … fueron felices y comieron perdices por siempre jamás, broche de oro de cualquier novela de amor que se precie), y a menudo, implican un sentimiento de “posesión” del otro/otra.
Además, el feminismo también denuncia que perpetúan la desigualdad entre sexos en la medida en que en esas novelas el hombre asume el rol dominante y la mujer es la parte débil o vulnerable, a la que hay que proteger (me refiero a las historias románticas heterosexuales; en las homosexuales esta última premisa supongo que desaparece o cambia).

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Cuando callan juntos

Cogernos la mano - Shelby deeper

“Si estando en una gran reunión o una fiesta, rodeado de gente extraña, sientes una desazón en las manos, si no sabes qué hacer con ellas y te invade esa incomodidad que produce percibir una disociación con el propio cuerpo, es señal de que tus manos recuerdan un tiempo en el que la divisoria entre la mente y el cuerpo, el cerebro y el corazón, entre lo interno y lo externo, estaba más difuminada…” Leer más

Indies, indepes, independientes

Teclas. Foto de Peter Lewicki.
Foto: Peter Lewicki, Unsplash

No niego que la palabra independiente posee un halo muy seductor. Nos mola ver películas indie o declararnos fans de algún grupo de música indie, voces propias que se distancian de las todopoderosas corporaciones cinematográficas o discográficas para defender su libertad creativa. En mi caso, ser autora indie lo vivo con cierta dicotomía: valoro lo bueno que tiene, pero en otros aspectos, me siento huérfana, en mitad de ninguna parte. (Y no, esto no va de política ni sus múltiples jardines, si es lo que estabas pensando).

Indie, término incluso más cool que independiente, evoca esa libertad individual que desde pequeños nos enseñan tanto a valorar aunque luego vayamos acotando sus límites según crecemos; huele un poco también a renovación, a salirse de caminos trillados, a irreverencia respecto a lo establecido ya sea por la tradición, el poder, o el mercado, da igual; y quizás lo más importante: implica la asunción de determinadas responsabilidades, te da control y poder de decisión sobre aquello en lo que has decidido ir por libre. Como autor/a, también renuncias a algunas cosas de las que, al principio, no eres del todo consciente.

Las razones que me empujaron a mí a auto publicar fueron sencillas: el mundillo de las grandes editoriales me parecía complejo, inaccesible, cerrado. Y me imponían mucho respeto (todavía me lo imponen, aunque ahora, relativizo y discrimino mis respetos). En aquel momento de mi primera novela yo solo quería probar, saber qué podía ocurrir. Amazon me permitía hacerlo, de forma fácil, intuitiva, rápida.

El entorno tecnológico no me suponía una barrera, he trabajado en él muchos años, así que el riesgo que asumía era pequeño. Por otra parte, siempre me ha interesado el trabajo editorial, a pesar de que sólo conozca una mínima parte, y reconozco que ha sido y sigue siendo apasionante aprender sobre los entresijos de ese proceso, aunque sea en el marco de la plataforma de Amazon.

Entonces, ¿a qué viene esto?

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3 novelas con novias a la fuga

Ocurre hasta en las mejores familias: llega el momento del “sí, quiero”, y el novio o la novia huyen despavoridos. La búsqueda del verdadero amor lo justifica todo, al menos, desde el punto de vista de la narrativa literaria y audiovisual romántica. Y más si se trata con humor.

Dejar plantado a alguien en el altar ante el pasmo del otro, familia e invitados, es una situación que sigue dando mucho juego, sobre todo en comedias y novelas  románticas que arrancan con la novia indecisa dándose a la fuga, porque ¿quién sabe? quizás a la vuelta de la esquina o en el Caribe o entre los asistentes a la misma boda, se esconda el amor verdadero. Y aquí empieza todo.

Tú hoy no te casasTú hoy no te casas, María José Vela

Ni hoy ni mañana ni pasado. De hecho, Coco es casi secuestrada de la limusina que la conduce a su glamurosa boda por su mejor amiga, Lola, que sabe lo que es mejor para ella. Y lo mejor para ella es desaparecer y reaparecer de nuevo en un destartalado hotelito de un paradisíaco lugar de Costa Rica, a orillas del Pacífico, donde nadie podrá localizarlas durante el tiempo suficiente como para que Coco aclare un poco sus ideas. Esas playas de arena blanca, vegetación exuberante y miles de exóticos y aterradores bichos,  acogen a un grupo de personajes a cual más curioso: el Chimuelo, un viejo gringo que ahoga su nostalgia de amor en rancheras; María, una joven madre en apuros, Kenneth el matón, Hernán y Oliver, los atractivos propietarios de un hotel-spa que ocultan un pasado doloroso y, Max, el perro “hablante” capaz de robarle protagonismo en una escena al mismísimo protagonista masculino. En ese entorno y con esos personajes maravillosos, María José Vela construye una historia de amor fresca y divertida, llena de golpes de humor memorables, con un poco de intriga y mucho del espíritu ¡Pura vida! que finalmente se adueña de Coco, de Lola y hasta de una misma, si te descuidas. Lo tienes en versión digital a 3,99€ en Amazon

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Volver

Vuelvo y el aire de mi ciudad me recibe con extrañeza, como si guardara algún secreto nuevo, como si quisiera presumir de todo lo que ha cambiado en mi ausencia. Un … Leer más

5 libros románticos recomendados para el veranito

Por estas fechas, cuando ya se asoman las vacaciones a la vuelta de la esquina, empiezo a hacer una lista de libros que leer tumbada a la bartola, ya sea en mar, montaña o campo. Husmeo por aquí y por allá, en librerías, blogs, novedades de mi biblioteca local, busco recomendaciones e intento que haya un poco de todo lo que me gusta: amor,  policíaco, narrativa, ya sea de autores consagrados y reconocidos de los que aprender, o de autores nuevos, de los que aprender también! 😉

Todavía tengo a medias mi lista veraniega, pero por si sois como yo y buscáis alguna recomendación de lectura romántica, aquí las mías:

Portada libro El último baileEl último baile, Marisa Sicilia
La última novela de Marisa Sicilia es una historia de amor preciosa que arranca con un reencuentro casual, el de los dos personajes protagonista, Lili y Andreas, catorce años después de que sus vidas se separaran debido a los acontecimientos del momento que les tocó vivir, el de los años 20, en Centroeuropa. Un momento histórico convulso y contradictorio en lo político, lo económico y lo social,  que Marisa retrata con pluma elegante y precisa, en esos ambientes de entreguerras de Viena y Berlín, cuando se vislumbraba el final de una época y el principio de otra, y que luego desembocaría en el nazismo y la II Guerra Mundial. No resulta difícil imaginarse la emoción enamorada de la joven Lili en los escenarios de aquellos últimos bailes de sociedad en Viena, ni las aspiraciones de Andreas en aquel Berlín de libertad radical, de agitación cultural, artística y sexual, ni los comportamientos del resto de personajes, tan bien retratados, coherentes hasta el final. Y aunque tanto Lili como Andreas se ven obligados a cambiar para adaptarse a una realidad tan distinta a la que conocían, es Lili la que más peleará por que su historia de amor perviva incluso más allá de las dificultades. Con novelas como ésta, tan bonitas y tan bien escritas, da gusto leer novela romántica… ¡y recomendarla!. Menos de 6€ en su versión digital en Amazon.

 

Bajo el sol de medianoche, Marisa Grey
Uno de esos novelones que lo tiene todo: romance, emoción, aventura, contexto histórico… Ambientada en el territorio del Yukón (Canadá), a finales del siglo XIX, en plena Fiebre del Oro que arrastra a miles de hombres y también algunas mujeres a arriesgar su vida por un puñado de ese metal. Entre ellos se encuentra Cooper MacKenna, un hombre con un pasado atormentado por el recuerdo de una mujer, Lilianne, por quien se sintió engañado y que se empeña en dejar atrás. Por eso, cuando Lilianne Parker, una señorita bien de San Francisco, aparece en Dawson City para reclamarle el divorcio después de casi diez años, lo único que desea es hacerla pagar de alguna forma su traición. Y su concesión del divorcio no le va a salir gratis. Un placer de lectura no solo por la trama, apasionante, sino también por la calidad de una autora que hasta hace poco desconocía, y que recomiendo a todas las lectoras de buenas historias románticas. A buen precio en su versión digital y ¡gratis en Amazon Unlimited!

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Mil historias a través de sus ojos: Raquel Chicheri

Relax | Foto: Raquel Chicheri
Escribiría más de una minihistoria a partir de esta foto de Raquel Chicheri

A Raquel Chicheri la descubrí a través de la web de Hello Creatividad! donde entro de vez en cuando a curiosear alguno de sus talleres o actividades, siempre muy inspiradoras. Hace unos meses, en una de esas incursiones,  me llamó la atención una de sus fotos.  Me impactó por su fuerza, la luz, la expresividad. Algo que está en el resto de su fotografía, como comprobé en seguida en su web.

Muchas son imágenes de niños captadas en momentos cotidianos  que se convierten en mágicos cuando los pasa por el filtro de su obturador. Click, click y zas: las algas nos hacen cosquillas en la espalda. Click, click y zas: hoy me siento spiderman. Correrías y complicidades de una niñez feliz, como debe ser. 

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Cómo derribar prejuicios con una buena lectura

Portada libro El legado de Marie SchlauCreo que he hablado alguna otra vez sobre los prejuicios (los míos, los primeros). Lo que rechazas a priori, por desconocimiento, o por mal-conocimiento o por ideas preconcebidas con poca base, sin dar casi oportunidad a desmontarlas.   Me gusta cada vez que me doy cuenta de que he sido víctima de mis propios prejuicios porque me sirve para estar más alerta y detectar con más facilidad cuándo me dejo guiar por ellos. Son ladrones de conocimiento y experiencias.

Traigo esto a colación para hablar de una de mis últimas lecturas que, de no ser por la tertulia literaria en la que participo, estoy convencida de que no hubiera leído jamás (seguramente, por mis prejuicios): El legado de Marie Schlau. Una novela colectiva para curar la Ataxia de Friedreich.

Por suerte para mí, esa tertulia organizada por la asociación Caballo Verde, reúne un grupo de personas, lectores ávidos, con buen ojo crítico y criterio, mucha sensibilidad social, amantes de la cultura, al margen de su formación y experiencia vital, que me amplían horizontes, conocimiento y perspectivas cada vez que nos juntamos a debatir sobre lecturas que alguien ha propuesto previamente. En ocasiones son libros que quizás yo no habría elegido, pero eso es lo interesante.

¿Por qué digo que quizás nunca habría leído la novela de El legado de Marie Schlau? Desconocía su existencia, pero incluso aunque me hubiera tropezado con ella, no sé si habría entrado en mi radar lector. Por el título/subtítulo, probablemente, no: las novelas colectivas me producen extrañeza. Y lo de la Ataxia de Friedreich… me temo que no habría sido argumento suficiente si la trama de la novela no me engancha.

No ha sido el caso con El legado de Marie Schlau, obviamente, aunque confieso que lo empecé a leer con alguna reticencia que me duró lo que tardé en terminar el segundo capítulo. Me encontré con un novelón capaz de conjugar  a lo largo de 500 páginas, misterio, intriga, historias de amor y desamor, hechos históricos, mucha emoción y  el descubrimiento/conocimiento de esta enfermedad rara que es la Ataxia de Friedreich. Creo que ese es uno de los aciertos de esta novela: el dar a conocer esta enfermedad a través de una trama compleja y muy atractiva que no desmerece en absoluto a muchas otras novelas publicadas por grandes editoriales. Cualquier lector podría disfrutar con su lectura.

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El día de la mujer trabajadora… ¿qué celebramos exactamente?

Dia Mujer, la igualdad es ahora

A estas alturas, no sé si podemos celebrar el 8 de marzo, día de la mujer trabajadora como símbolo de ¿qué? La incorporación de la mujer al mercado laboral es un hecho, pero no lo son las condiciones de igualdad en las que estamos en ese mercado. Más que un día de celebración, para mí es un día de reivindicación, especialmente en los tiempos que corren: con las cifras escandalosas de mujeres asesinadas por la violencia machista; líderes/movimientos retrógrados que pretenden menospreciar o relegar a las mujeres —ya sea con palabras, gestos o hechos—; con el paro femenino pisándole los zapatos al juvenil; con la ausencia mayoritaria de mujeres en puestos de dirección y consejos de administración en las empresas, con la brecha salarial que muchos hombres siguen negando…

Hace poco en mi página de Facebook publicaba la frase de Rebecca West, una periodista inglesa de principios del siglo XX que decía que no sabía si era feminista o no, aunque la gente le llamaba eso cuando expresaba sentimientos que la diferenciaban de un felpudo.  Me gustó porque lo cierto es que yo tampoco me he planteado nunca si soy o no soy feminista. Defendía la igualdad, y punto. Y hace poco, me di cuenta de que era por algo que la escritora/periodista Caitlin Moran ha expresado muy bien: solo por el hecho de ser mujer ya eres feminista, ya que aspiras a tener los mismo derechos y recibir el mismo trato de igualdad que los hombres en todos los aspectos de la vida (ni más ni menos).

8 de marzo, mucho por reivindicar

Que levanten la mano aquellas mujeres que quieran ser infravaloradas, cobrar menos por un trabajo similar al de un hombre, progresar menos en sus carreras, ser tratadas de manera desigual ante las mismas situaciones, etc. Me sorprendería que hubiera alguna. Sin embargo,  creo que todavía hay muchas mujeres que contraponen feminismo a feminidad —entendido este último como el orgullo de ser mujer, reconocer y valorar de forma positiva lo que nos diferencia de los hombres, sin menoscabo de nada—, pese a que pueden ir de la mano perfectamente; también hay mujeres que confunden feminidad con una forma sutil de “machismo femenino” que pretende perpetuar determinados roles,  costumbres y comportamientos basados en visiones, creencias y educaciones de supremacía masculina ante la “debilidad” femenina.

En algunas novelas románticas y en algún que otro bestseller “new adult” llegado de los EEUU, esto se ve muy claro: protagonistas femeninas que necesitan ser salvadas o protegidas por el protagonista masculino; o que soportan humillaciones, rechazos o lo que sea por el amor del protagonista, que es rebelde y malote “porque el mundo le ha hecho así”; o que entienden el amor como una dominación de él sobre ella; o que se enamoran perdidamente de protagonistas masculinos autoritarios y controladores,  etc…   —con lo que eso implica para la educación sentimental de las lectoras más jóvenes—. No puedo estar más en desacuerdo con ese tipo de historias porque validan una visión poco edificante de la mujer, de su relación con el hombre y con el mundo. Como mujer y autora me siento responsable de lo que reflejan y transmiten mis historias, porque son también reflejo de mis ideas, de la realidad en la que vivo y de mi posición respecto a ella.

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