El alma que nos habita

Pues bien —dijo el doctor Cardoso—, creer que somos «uno» que tiene existencia por sí mismo, desligado de la incommensurable pluralidad de los propios yoes, representa una ilusión, por lo demás, ingenua, de la tradición cristiana de un alma única; el doctor Ribot y el doctor Janet ven la personalidad como una confederación de varias almas, porque nosotros tenemos varias almas dentro de nosotros ¿comprende? una confederación que se pone bajo el control de un yo hegemónico. […]

En el caso de que surja otro yo, más fuerte y más potente, este yo destrona al yo hegemónico y ocupa su lugar, pasando a dirigir a la cohorte de las almas, mejor dicho, la confederación, y su predominio se mantiene hasta que es destronado a su vez por su otro yo hemegónico, sea por un ataque directo, sea por una paciente erosión.
El doctor Cardoso acabó de comer su macedonia y se limpió los labios con la servilleta.

¿Y qué puedo hacer? —preguntó Pereira.

Nada, respondió el doctor Cardoso, simplemente esperar, quizá haya en usted un yo hegemónico que, tras una lenta erosión, después de todos estos años dedicados al periodismo escribiendo la crónica de sucesos, creyendo que la literatura era la cosa más importante del mundo, quizá haya un yo hegemónico que está tomando la dirección de la confederación de sus almas; déjelo salir a la superficie, de todas formas no puede actuar de otra manera, no lo conseguiría y entraría en conflicto consigo mismo, y si quiere arrepentirse de su vida, arrepiéntase, e incluso si tiene ganas de contárselo a un sacerdote, cuénteselo. En fin, señor Pereira, si usted empieza a pensar que esos chicos tienen razón y que hasta ahora su vida ha sido inútil, piénselo tranquilamente, quizá de ahora en adelante su vida ya no le parecerá inútil, déjese llevar por su nuevo yo hegemónico y no compense su sufrimiento con la comida y con limonadas llenas de azúcar.

Sostiene Pereira, Antonio Tabucchi

¿Alma única o confederación de almas?

Qué teoría más sugerente para hablar de lo que, de una manera u otra, creo que intuimos/sabemos: nuestra conciencia de ser no es algo estático, fijo e inamovible. Al contrario, nuestro ser interior cambia con los años, las circunstancias, los conflictos internos y externos a los que nos enfrentamos en la vida, las distintas facetas de nuestra personalidad se refuerzan o se debilitan con las exigencias del día a día. Tal vez no estuvieran hablando de almas tal y como lo entendemos nosotros (o tal vez sí, lo desconozco).

Por eso me pregunto ¿alma única o confederación de almas? Si miro atrás, es posible que vea mis “distintas almas”, aunque también creo que hay algo, llámalo alma, esencia, ser, que se mantiene igual dentro de mí pase lo que pase. Esa voz íntima de lo que eres, de cómo eres, de tu naturaleza, esa voz siempre está ahí en el fondo, intacta.

(En la novela, el doctor Cardoso atribuye la teoría de “la confederación de almas” a dos médicos franceses del siglo XIX, Thedule Ribot y Pierre Janet, que, por lo que he comprobado, efectivamente estudiaron ese campo de la psicología.)

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