En una charleta de café sobre nuestros hijos y sus amores o desamores, sobre el tipo de relaciones que tienen ahora los jóvenes y cómo están cambiando los roles entre unos y otras (en plan positivo), alguien dijo que ahora los chicos eran más románticos, más sensibles. Que lo hombres de antes (léase nuestros maridos) no lo son tanto. No son hombres románticos. Y ahí empezó la idea de este post.
Primero, porque sí, es cierto que ahora los chicos tienen menos presión social y cultural para expresar sus sentimientos y emociones sin que nadie cuestione su “hombría”, pero también creo que eso no significa que los hombres más maduros sean menos sensibles que los de ahora. Simplemente, los expresan de forma distinta, a su modo.
Y segundo porque me parece injusto medir esa supuesta carencia de romanticismo bajo el prisma de ciertos clichés o estereotipos del amor romántico que tanto nos gusta a las mujeres (sé que generalizo, perdonadme). Es posible que, en realidad, solo sea un problema semántico, un problema de los actos de amor un tanto sensibleros, irreales o idealizados que le atribuimos al romanticismo, y que lo distorsiona todo. No nos regalan ramos de rosas cada mes (vale, quizá, ni siquiera cada aniversario); ni organiza una velada nocturna a la luz de las velas y con música de violines de fondo, pero tal vez recorran todos los supermercados de tu pueblo para comprar el queso que más te gusta. Y eso es bonito.
Si pensamos en el amor tal y como lo vivimos en el día a día, con las dificultades, las alegrías, las decepciones, el trabajo, los niños, las necesidades de cada cual dentro o en la pareja, lo verdaderamente romántico puede ser una expresión o demostración de amor tierna, sencilla, cotidiana.
¿Qué entendemos por hombres románticos?
En mi caso, creo que si mi marido hubiera hincado la rodilla en tierra en lo alto del Empire State (o del Aneto, que para el caso, es lo mismo) y me hubiera enseñado un pedrolo de x quilates al tiempo que me pedía casarme con él delante de todo el mundo, habría salido corriendo de la vergüenza. En serio. Para mí no es una cuestión de grandes declaraciones de amor ni de suspiros bajo las estrellas. Ni siquiera lo es el decir muchas veces te quiero. (De hecho, me sorprende la facilidad que tienen mis hijos o sus amigos/as para decirse continuamente te quiero, te amo, etcétera, estén donde estén, a veces, incluso sin ser pareja; en eso también siento que me hago mayor).
Es una cuestión de esos detalles —grandes, medianos o pequeños— que te demuestran que a tu pareja le importas, “te ve”, no en el sentido en que se mira un mueble en el salón, sino en el de prestarte atención, el de darse cuenta de lo que te ocurre, de estar pendiente de tus necesidades, el reconocerte como alguien único y valioso para él (o ella, porque debe de ser mutuo). En esencia, esto es el amor, en mi opinión. La forma en que lo expresemos o demostremos a nuestra pareja con gestos tiernos, amorosos, es lo que nos puede parecer romántico (o no).
El amor no está en el aire, está en los detalles
Todos hemos hecho alguna vez locuras de amor. Sobre todo, en la fase de enamoramiento supino transitorio. Después, ya con el día a día, no nos hace falta demasiada gesta. A mí me vale con que venga en el momento oportuno, justo cuando más lo necesito. Por ejemplo, que se levante temprano un sábado después de que estuviste trabajando hasta muy tarde, para ir a comprar cruasanes y preparar un buen desayuno (o llevártelo a la cama), a mí me parece romántico. O que cuando hay una conferencia en la otra punta de la ciudad a la que vas a ir en transporte público (hora y media de trayecto), te diga que te lleva él, que no le cuesta nada, me parece romántico. Y así muchos detalles más.
Pero también es curioso: si esas demostraciones parten de nosotras, no nos parecen tan románticas; lo vemos como algo normal. Es decir que nosotras, como mujeres, expresamos nuestros sentimientos de una manera más natural, forma parte de nuestra naturaleza, de nuestra manera de ser. Y solo cuando no nos sentimos correspondidas en esas atenciones o esos detalles, o nos parecen insuficientes, es cuando decimos que nuestra pareja no es romántica.
¿O es solo una impresión mía?
(La fotografía es de Jamie Street en Unsplash)
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Estoy totalmente de acuerdo contigo. No hace falta que te envíe ramos de flores todos los aniversarios para expresar el amor y ser detallista. Feliz día ❤️