Las metáforas importan

hayedo

Lo que quiero decir es que no nos faltan las metáforas. Pero debes tener cuidado con la metáfora que eliges, porque es importante. Si eliges los hilos, estás imaginándote un mundo en el que puedes romperte irreparablemente. Si eliges la hierba, estás diciendo que todos estamos infinitamente interconectados, que podemos utilizar ese sistema de raíces no sólo para entendernos unos a otros, sino para convertirnos los unos en los otros. Las metáforas implican cosas.

De «Ciudades de Papel».
John Green.

Yo soy más de hierba, de naturaleza: vientos, ríos, montañas, agujeros  negros en la galaxia.  Pero sobre todo, soy de árboles.

De elegir, elegiría la metáfora de un árbol, con todo lo que me sugiere: arraigado en la tierra y, sin embargo, siempre aspirando a tocar el cielo a través de las ramas que brotan de su savia y de su corazón. Ramas fuertes y ramas enclenques, ambiciosas o prudentes, vivaces o remilgadas. Todas forman parte de él.

Los árboles saben vivir en soledad consigo mismos, pero su fortaleza está en el bosque, en el entrechocar de las ramas de unos con otros, en las conversaciones llevadas por el viento, el mismo viento que lo zarandea de un lado a otro, mareándolo, oxigenándolo. Son energía. Paciencia. Sabiduría. Cobijo. Sombra. Inspiración.

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