Recuperar espacios propios y personales

Hace un tiempo (no tanto), me di cuenta de que en algún momento de mis treinta años había aparcado aficiones, intereses y lecturas porque mis prioridades entonces eran mi trabajo, mis hijos, mi familia. Dejé de lado mis espacios personales.

Hablándolo con distintas amigas coincidíamos en que cuando las mujeres conseguimos sacar algo de tiempo libre, corremos a casa a dedicarlo a nuestros hijos. Los hombres, por el contrario, cuando tienen tiempo libre, suelen tomárselo para sí mismos (para hacer deporte, para quedar con otros, para lo que sea). No es un problema de ellos, es que nosotras solemos renunciar a esos espacios personales en favor de nuestra familia. Hasta que los hijos (por suerte), crecen.

Cuando entré en la cuarentena, con mis hijos menos dependientes de mí y un trabajo en el que había perdido motivación, empecé a recuperar viejos hábitos y aficiones. Fue un proceso lento, como un desperezarse tras una etapa de “hibernación intelectual” tras la que, casi sin darme cuenta, fui dando pequeños pasos en ese sentido:

tazasRecuperé antiguas amistades. Eso de quedar con una amiga o amigas, tomarse algo por ahí, o ir a alguna exposición, charlar de todo y de nada, reírse mucho y bien un rato, es impagable. No sólo te das cuenta de que las buenas amistades perduran a pesar de los años, sino que además, vuelves a casa con la sensación de estar conectada de nuevo a la vida social, al mundo.

Sustituí la tele por la lectura. Dejé de apoltronarme en el sofá después de acostar a los niños, salvo que emitieran alguna de mis series favoritas  (Juego de Tronos, TheGoodWife, Breaking Bad, Mad Men…). Recuerdo que cuando arrancó la primera temporada de Juego de Tronos, era incapaz de esperar al siguiente capítulo, me moría por saber cómo continuaba, así que compré el libro y lo devoré en unos días. Y luego tuve que seguir con el resto, por supuesto. Por lo demás, la programación televisiva me aburre. Volví a leer de manera habitual, cada noche. Incluso pedí un ebook por mi cumpleaños (¡yo, que había sido defensora acérrima del papel, que iba a las librerías y me dedicaba a olisquear los libros a escondidas!) y a día de hoy puedo decir que ha sido el mejor regalo que he tenido en muchos años. Con el ebook leo en cualquier sitio donde deba esperar, en el dentista, en el banco y hasta en la cola del supermercado. Cuando algunas amigas me dicen “a mí me siguen gustando más el tacto del papel”, yo respondo que a mí también, pero por encima de eso, me gusta leer historias, independientemente del soporte donde las lea.

Sigo empeñada en cambiar el mundo, pero en pequeño, a mi alrededor. Ya sea por mi momento vital o por el momento social que vivimos, hace cuatro años decidí implicarme más activamente en causas que me preocupaban y me preocupan mucho, como eran los problemas en mi localidad, la cultura, o la educación. Me apasiona la educación. Me metí en el AMPA (Asociación de Padres y Madres) del instituto de mis hijos, creé el blog de la asociación, investigué y compartí en él lo que yo iba aprendiendo sobre innovación educativa, metodologías, la situación de la educación en España. Desde el AMPA, y en la medida de mis posibilidades, humildemente creo que he contribuido un poquito a mejorar la educación en el centro donde estudian mis hijos, y la verdad es que ha sido una de las actividades más satisfactorias en los últimos años.

Escribir hasta en sueños. Dejé de escribir cuando empecé a trabajar de forma intensiva (me refiero a historias mías, porque redactar, he redactado muchísimo todos estos años debido a mi trabajo en comunicación). maquinaescribirDe hecho, aunque desde siempre he tenido el gusanillo de que algún día escribiría un libro, no fue hasta el año pasado en que me puse a escribir algo, más como ejercicio que con ánimo de convertirlo en un libro. Y la cosa siguió, y siguió, hasta que se convirtió en “La estúpida idea de dejarte marchar”. Y esto de la escritura es como una adicción (al menos para mí, que he descubierto ser algo obsesiva en determinadas cosas), así que nada más terminar el anterior, ya tenía otra historia rondándome la cabeza y continué dándole al teclado.

El viejo propósito de hacer deporte… vuelve, y vuelve, y vuelve como un disco rayado. Esto no es una afición, lo confieso: es una lucha contra mí misma. No soy una persona deportista, como he contado en mi bio, pero me da mucha envidia cuando alguna amiga me dice que ha corrido 20kms, o que va a Pilates dos días en semana, o que todos los días anda una hora… Así que, para no ser menos, me apunté a Pilates (dos años), y más tarde probé Bikram Yoga (un año). Ambos son estupendos ejercicios, pero terminé dejándolos por hache o por b o porque me aburría. Empecé a andar, de vez en cuando. Y… ¡poco más! A día de hoy, sigue siendo una de mis asignaturas pendientes.

Y en ese proceso de recuperar aficiones e intereses, me he dado cuenta de que de repente, subes un escaloncito más desde donde ves el mundo de nuevo, más allá de tus hijos, de tu trabajo y de tu casa, y comienzas a abrir los ojos a otros intereses, a otras ideas, a otros campos… Me encanta la ilustración, descubrir música, descubrir personas interesantes, soñar el próximo viaje, aprender de otros y compartirlo.

Y vosotras ¿en qué momento estáis?

 

 

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2 comentarios en «Recuperar espacios propios y personales»

  1. Hola, a mí me ha ocurrido exactamente lo mismo, tuve tres niños muy seguidos, y durante unos años, que se me han pasado volando, lo único que hacía era correr y, como dice mi hijo el mayor, “ordenar y colocar”. Ahora que estoy a punto de entrar en los 50, mis hijos ya son mayores, 20, 17 y 16 años y encima me he quedado en el paro, espero que temporalmente, estoy disfrutando de leer todo lo que quiero, salir a pasear sin prisas, ir a clases de zumba, que me encantar , y disfrutar de mi tiempo.

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  2. Claro que sí, María Jesús. Creo que nos ha pasado a muchas, el tiempo se nos ha ido volando mientras los niños crecían y no podíamos pararnos ni un segundo a pensar. A nuestra edad, yo lo veo como vivir una segunda vida, en cierto modo. Con más experiencia, con más conocimiento, con más criterio… todo se ve de otra forma respecto a cuando teníamos veinte o treinta. Somos más “sabias” y tenemos mucho por delante! Aprovecha tu momento! Un abrazo

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