Una de los placeres que más voy a echar de menos este 2023 es reirme a carcajadas con The Good Fight y Diane Lockhart. Estas navidades he terminado de ver la sexta y última temporada de esta serie desgajada (spin-off, lo llaman) de la espléndida The Good Wife y no la desmerece en absoluto. No es fácil encontrar series o películas con protagonistas femeninos que justifiquen por sí mismas toda la trama. Personajes complejos, atrayentes, inspiradores, alejados de los clichés y estereotipos más comunes.
Las dos son series colosales que entremezclan casos en los tribunales y relaciones personales a través de tramas ágiles, afiladas, inteligentes y una mirada irónica sobre las paradojas, dilemas o contradicciones llevadas casi al absurdo del mundo en que vivimos (y en concreto, en USA).
Pero si tuviera que elegir entre las dos hoy, ahora, en estos tiempos tan locos y extraños que corren, sin duda me quedaría con The Good Fight (en Movistar + y en Amazon Prime, creo) y esa Diane Lockhart tan brillante y divertida a la que te gustaría arrimarte un poco, a ver si se te pega algo. A lo largo de las seis temporadas de la serie, he compartido con ella la sensación de progresiva perplejidad, desconcierto, indignación y humor, con la que esta abogada en la madurez de su carrera y de su vida, sobrelleva el ascenso al poder de Trump y su “realidad alternativa”.
The Good Fight o la sátira hilarante del trumpismo
La primera temporada arranca con el desfalco que sufre Diane en sus ahorros por culpa de una estafa piramidal que bien podría ser la de Bernie Madoff. Pierde su dinero y con él, su sueño de retirarse a la Toscana, así que no le queda más remedio que volver a la abogacía en un prestigioso bufete de abogados negros en Chicago. Las siguientes temporadas las tramas se van impregnando más y más de la actualidad política y social que rodea la «era Trump y post Trump» con situaciones hilarantes y surrealistas que, sin embargo, podrían ser esperpénticamente verosímiles en este mundo loco que habitamos. Los creadores hablan de su esfuerzo constante de captar “el espíritu de los tiempos”.
En esa realidad alternativa y desatada que tanto desconcierta a Diane (y a mí, y todos un poco, imagino), es por la que ella y el resto de personajes del bufete transitan. Un día se inventa su propia realidad alternativa (se despierta y resulta que el mundo está tranquilo: lo de Trump fue un mal sueño, Hillary es la nueva presidenta de Estados Unidos; respira aliviada, ¿o no?); en otra temporada se une a un grupo de mujeres profesionales que están organizando una conspiración, o asiste atónita a un sistema de justicia paralelo instalado en un viejo almacén, o se droga para evadirse.
O como ha ocurrido en esta sexta y última temporada, asiste a terapia con un atractivo pseudo-doctor que le proporciona alucinógenos con los que evadirse del clima de polarización, violencia y odio que han tomado las calles alrededor del bufete, ya sin Trump en el poder.
¿Y ahora qué, Diane Lockhart?
Tal y como está el mundo, mejor reir a carcajadas que llorar, parecen pensar Michelle y Robert King, la pareja de guionistas creadores de The Good Fight y The Good Wife para cerrar la serie, que arranca con “El principio del fin” y avanza en un crescendo de capítulo en capítulo hasta llegar al último: “El final de todo”, no sin antes haber pasado por “El final de la democracia”, entre otros.
Y doy fe de que es un final espectacular (como toda la serie, pero más por ser el final) porque a pesar del odio, de las múltiples guerras ideológicas (que no culturales, como bien apuntaba el otro día el periodista cultural Jesús Ruiz Mantilla, porque la cultura es conocimiento, integración, diálogo, expresión artística y todo aquello que conforma nuestra civilización) que nos separan, siempre hay esperanza. Esperanza en las personas, en los desafíos que nos hacen crecer, en buscar con los otros el mínimo común múltiple y no el máximo común divisor. Y en el amor.
Guionistas, creadores/as, showrunners o como demonios os llameis aquí o en cualquier lugar del mundo… ¡Más Dianes Lockharts, por favor!
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