Estos días ha salido a la venta mi última novela, Una decisión inevitable, con la que cierro la trilogía ambientada en aquella España de finales del XIX que arrancó en Comillas (Cantabria) con Un destino propio, continuó en el Madrid literario de Una pasión escrita, y termina ahora en Huelva y las minas de Riotinto, lugar en el que se sitúa esta historia.
Cada novela me ha llevado por temas y escenarios distintos a lo largo de la década de 1880, desde el de la educación de las niñas y los indianos, pasando por las literatas y la prensa, y por último, el que narro en esta novela, el de los conflictos sociales y ambientales que enfrentaban a la exclusiva colonia británica de costumbres victorianas donde residían los empleados de la poderosa Compañía Rio Tinto, con los habitantes de los pueblos que sufrían los efectos de la actividad minera: los humos sulfurosos que emitían las calcinaciones contaminaban la tierra, las cosechas, las aguas, mataban a los animales y hacían enfermar a la gente.
Una mujer y dos amores
Este es el escenario en el que reaparece Victoria, ahora convertida en la duquesa viuda de Langford después de un matrimonio desgraciado en Inglaterra. Regresa a España con la intención de reiniciar su vida y retomar su afición periodística, aunque antes, unos asuntos familiares la retendrán un tiempo en Huelva, en la colonia británica de Bella Vista. Allí se encuentra con su cuñado Phillip, médico en el hospital de la compañía Rio Tinto, que años atrás estuvo enamorado de Victoria y ahora aspira a conquistarla.
Pero el conflicto minero atrae también la atención de algunos diputados y periodistas de Madrid que viajan a Riotinto para conocer la situación de primera mano. Entre los miembros de la comitiva viene Diego Lebrija, el periodista con quien Victoria vivió una historia de amor imposible en su juventud, enviado por su periódico para informar sobre las revueltas. Victoria tendrá que debatirse entre dos hombres, dos amores que representan dos estilos de vida entre los que deberá elegir.
Una fecha fatídica, un lugar inspirador
En las entrevistas me suelen preguntar de dónde surgen las ideas de mis novelas. A veces salen de algún lugar desconocido de mi interior, otras han llegado de fuera, de lugares especiales que me han impactado. Así fue con Un destino propio y así ha sido también con Una decisión inevitable, una historia que imaginé hace mucho tiempo, mucho antes de que decidiera dedicarme a escribir.
Ocurrió durante un paseo por lo que queda de Bella Vista, la colonia inglesa que vivía aislada del resto de las gentes de la zona por un muro de piedra detrás del que se protegían. Recorrimos sus senderos de adelfas, pasamos por delante de los jardincillos delanteros de cada casa victoriana, nos detuvimos frente a la Casa del Consejo y su jardín asilvestrado. Visitamos el club inglés frente a la pista de tenis que construyeron cuando el tenis era un deporte desconocido en España, al igual que el cricket y el balompie que practicaban los empleados en los descampados alrededor. Allí, frente al club, empecé a imaginarme cómo habría sido la vida cotidiana de aquellos ingleses, qué pensarían de la gente de los pueblos, cómo se relacionarían, dónde comprarían…
Y no solo eso. Cuando visitamos la zona de las viejas minas y seguimos el cauce del río Tinto, rojo como la sangre, en el tren que recrea el antiguo ferrocarril de la compañía, y conocimos un poco la historia de esas minas, pensé que a pesar de la distancia que nos separa de aquella época, los conflictos que vivieron en aquel entonces seguían siendo muy actuales, muy cercanos. La contaminación ambiental de los humos, las manifestaciones de los ciudadanos por su salud y sus tierras, la prepotencia de una empresa (multinacional, diríamos ahora, probablemente) británica en tierra española, las diferencias sociales y culturales entre unos y otros…
Las historias recuperadas
Todos ellos me parecían ingredientes perfectos para una novela que, sin embargo, yo todavía no estaba preparada para escribir. No había escrito aún ninguna novela y por supuesto, no iba a empezar con un género como el histórico, que tanto respeto me imponía. Así que, al cabo de unas semanas, lo guardé en algún rincón de mi cabeza y me olvidé de ella… hasta que, años después, terminé Un destino propio.
En ese momento, recordé la historia de las minas y pensé ¿por qué no? Ya contaba con más experiencia literaria, dominaba la documentación de la época, y sobre todo, me apetecía muchísimo contar esta historia, la historia de los ingleses en las minas de Riotinto en 1888, el llamado Año de los Tiros. El resultado lo tengo en mis manos, recién publicado: Una decisión inevitable.
Ya está a la venta en librerías y en plataformas digitales.
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