¿Qué espero de 2021?

Por naturaleza, soy una persona bastante confiada y esa confianza no solo se extiende a las personas, también a mi vida y al futuro, así que ayer, mientras me bebía a sorbitos un café mañanero barruntando cómo despedir este año tan poco fructífero y escuálido en el blog, me vino a la cabeza de pronto la pregunta de cómo sería el próximo y qué esperaba yo de 2021.

Mi primera respuesta a bote pronto ha sido: lo espero Todo y, al mismo tiempo, no espero Nada. Supongo que esta contradicción es fiel reflejo de la incierta situación emocional que hemos vivido este año que ha puesto a prueba valores y creencias que pensábamos inamovibles.

Si algo bueno nos ha dejado este maldito 2020 es la conciencia de que somos más frágiles y vulnerables de lo que nos pensábamos. Y que siempre, por mal que vayan las cosas, nos quedará un poquito de esperanza en nuestra fortaleza: hemos llegado a este treinta de diciembre con las vacunas en circulación por cada país custodiadas como el más preciado tesoro, como si se tratara de la auténtica y verdadera cabalgata de Reyes Magos cargada de esperanza.

Una lista de no-deseos para 2021

Hemos perdido tanto este año, que lo único que podemos esperar es recuperar una parte de lo perdido. De ahí mi esperanza radical para 2021: espero que las vacunas nos devuelvan una cierta normalidad a nuestra vida. Solo eso ya sería Todo, porque Todo se ha visto afectado por la pandemia: la familia, nuestras relaciones personales, el trabajo, la educación, la economía, la cultura, la salud, la cotidianidad de hábitos que hemos tenido que adaptar a la distancia social durante todos estos meses. Nunca como hasta ahora —al menos, en esta época que yo conozco—, nuestros destinos has estado tan enlazados los unos a los de otros, nos guste o no.

Tal vez por eso mismo, no espero ni pido nada extraordinario o que esté fuera de mi alcance este 2021 (*). Siendo realista, me conformo con poco más que recuperar lo perdido. Podría hacer una lista de deseos improbables o incluso naifs para el año que ahora comienza, pero he decidido que, tal y como están las cosas, prefiero afrontar lo que venga día a día, semana a semana, según suceda la vida alrededor y podamos mirar más allá de nuestros miedos y incertidumbres.

Así pues, os deseo un 2021 con aquello que sí está a nuestro alcance: más poesía, más cultura, más reflexión y menos ruido de ese que nos enerva a todos y nos hace más mal que bien. Un año de cuidarnos todavía para preservar la salud individual y colectiva, y de esperanza en lo bueno que nos une a todos —la solidaridad, la ciencia, la cultura, la alegría de vivir, las palabras, que nunca nos falten—, y mucho amor, porque el amor en su sentido más amplio, nos salva y nos cura de cualquier desesperanza.

Que 2021 sea, este sí, un año para recordar.

(*) Salvo la publicación de mi nueva novela “Una pasión escrita” a finales de enero, que eso, ya de por sí, me parece algo extraordinario e increíble, pero ya lo contaré en otro post un poco más adelante.

¡Apúntate a mi newsletter!

 

Te contaré una vez al mes historias de amor a los libros,
a la cultura, a la vida. 

¡No te pierdas nada! 

¡Te has suscrito bien! Confirma tu suscripción en el correo que te acaba de llegar. 

Comenta, comenta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.